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Vicio Propio: desencanto, amnesia y paranoia

por Leandro González de León, para Güarnin


Convoca Paul Thomas Anderson, director y guionista de Boogie Nights, Magnolia, Petróleo Sangriento, una obra inmejorable que abarca casi 20 años. Pero esta vez detrás de Anderson hay un nombre más importante: Thomas Pynchon, autor emblemático del posmodernismo literario. Pynchon, de 77 años, permite por primera vez que una novela suya se adapte al cine.

Vicio Propio (2014) es un policial psicodélico en la línea de Pánico y locura en Las Vegas y El gran Lebowsky. Joaquín Phoenix es Doc Sportello, un detective privado que investiga una desaparición en Los Angeles, en la década del '70, bajo los efectos de las numerosas drogas que consume. Su búsqueda es interferida -o potenciada- por la paranoia y la amnesia momentánea. Anderson compone un relato confuso, irónico y desencantado. Porque todxs están drogadxs, sí, pero es la sociedad en su conjunto la que parece fuera de sí: “¿Qué pasaría si tu mamá se diera con heroína?”, comenta Coy (Owen Wilson), saxofonista hippie y agente encubierto del gobierno de Nixon. “¿Mi mamá? ¿Vos decís que Estados Unidos es adicta?” “Es suicida, mandando a esos chicos a morir en la jungla sin razón...”

Al director le pesó la adaptación del libro. La película resulta algo larga, muy conversada y con una poco cinematográfica voz en off con prosa en bruto, pero vale la pena por su apuesta experiencial. Nos envuelve con su atmósfera enrarecida, en un viaje que -si lo abordamos adecuadamente- puede ser también el nuestro.