Eres una reliquia de una línea de tiempo eliminada”. Durísimas palabras que un T800 achacado por los años tiene que tolerar en la quinta parte de Terminator, después de dos películas fallidas .
Terminator 3: Rise of Machines defraudó por el exceso de parodia sobre la figura de Arnold Schwarzenegger, por la inaceptable construcción de un John Connor que avergonzaría por su ñoñez a su madre Sarah y por la inverosímil presencia de una Terminator femenina, con más parentesco con Barbie que con la raza de cyborgs asesinos del futuro.
La segunda obra fallida fue Terminator Salvation. Aunque mucho más interesante y madura que su antecesora y con un Christian Bale que supo ponerse los pantalones de guerra de John Connor, la película rompe con la mayoría de los aspectos temáticos, visuales y de género de la saga. Pero lo que realmente se le reprocha -y no le puedo perdonar- es la inclusión en la historia de un “hombre real” que no sabe que por dentro es un robot y que, desde lo narrativo, se parece mas al hombre de hojalata de El Mago de Oz que a un personaje dramático de ciencia ficción post-apocalíptica.
Llega la tan esperada quinta entrega de la saga (más bien, franquicia) Terminator que gracias a Dios -o a Skynet- vuelve a sus orígenes, retomando los rasgos argumentales, visuales y de género que la caracterizan.
Entre estos destacaría:
- la presencia fuerte de Arnold Schwarzenegger, aunque a mi entender para ser un robot habla demasiado;
- la idea de que “las batalla del futuro se pelean en el mundo contemporáneo”;
- presentar a los protagonistas como prófugos de la ley, perseguidos no solo por robots asesinos, sino también por la policía;
- geniales persecuciones de autos por la ciudad y largos escapes por las carreteras desoladas que le dan a la saga ese aire en de road movie;
- y por ultimo una vuelta a la estética ochentosa, que ya pudimos ver en la nueva Mad Max.
La renovación del casting no afecta demasiado al espectador clásico. Los nuevos actores (Emilia Clarke y Jai Courtney) se incorporan con naturalidad. No tanto Jason Clarke, que se queda corto a la hora de interpretar a un John Connor que se trasforma en villano.
El film se permite, además, reflexionar sobre la propia saga en su conjunto y su anclaje dentro del gran cine de superacción. En esto la encuentro en sintonía con la saga contemporánea de Stallone, The Expendables.
Terminator Génesis recapacita sobra la vigencia de la saga, que tiene sus orígenes en el obsoleto, abandonado e irrecuperable cine de superacción de los ochenta y de sus actores de culto. El espíritu del film se podría sintetizar en una nueva frase célebre del T800, como “Volveré” o “Hasta al vista, baby”: “Viejo, no obsoleto”, repite el vetusto robot. Es una película imperfecta y las dos primeras entregas siguen siendo las mejores, pero es digna de incorporarse al panteón que iniciara James Cameron allá por 1984.