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Un artista, una obsesión y un momento inesperado

por Adriana Casas y Mariana S. López, para EscribiendoCine

De un “chow”, sí con “c” no con “s”, se pueden esperar cosas imprevistas; de una película cuyo protagonista se hace llamar Chowman lo inesperado es lo normal y lo absurdo pasa a ser el elemento sorpresa. Este mediomediometraje es la ópera prima de Matías Famulari como director en este formato y el debut de su hermano Patricio Famulari como actor protagónico.


En cada profesión se piensa que cuando llegue el reconocimiento, el ascenso o el viaje esperado se podrá alcanzar la felicidad plena. El caso de Chowman (Patricio Famulari), un artista del humor, no es la excepción. Esta sutil tragicomedia retrata el trascendental momento en la vida de este hombre que está por cumplir 10 años de carrera y quiere hacer un gran “chow”.
El artista se prepara y ensaya constantemente para un momento efímero de espectáculo. La obsesión de Chowman por alcanzar la perfección en su disciplina para volcarlo todo en el escenario es llevada al límite a través de la minuciosa actuación de Patricio Famulari y el rítmico montaje que reitera este comportamiento. Chowman encarna a un artista del humor amante de su profesión; toda su vida gira en torno a ser este personaje aún fuera del escenario.
Chowman (2013) retrata por momentos lo patético que puede parecer el protagonista y por otros el profesionalismo y la pasión por el arte que éste ama interpretar; lo muestra con muchos matices. Chowman es un personaje que tiene vida propia en el que Pascual (nombre no artístico del personaje) es un estorbo. ¿Quién termina siendo el verdadero y quién el personaje? ¿Quién es reconocido por el mundo? La metáfora y promesa de su espectáculo “morirse de risa” se convierte en verdad cuando el destino decide que es tiempo de que el personaje abandone a su autor y parte de este muera con una etapa de su vida.
Matías y Patricio Famulari, director y actor, cuentan para Visionado EscribiendoCine como fue el proceso de esta película independiente.

¿Cuál fue el momento del nacimiento de la idea? ¿Cuál fue el momento de la epifanía?
Patricio- Fue en el cumpleaños de mi papá. La idea fue el destello y ese día la compartí con él y ahí se empezó a trabajar. Está bien reflejado en Chowman. Tenía que ver con el trabajo de un artista independiente no consagrado pero que su consagración pasaba por otro lado. Por la realización de ese espectáculo; a partir de ahí empezamos a trabajar el guión.

¿Dijiste que fue en el cumpleaños de tu padre?
P- Sí, fue en el cumpleaños de nuestro papá que es el 24 de diciembre, en navidad. Nosotros festejamos las dos cosas.
Matías- Como en la familia somos 4 varones, tres hermanos y mi papá, y una sola mujer, mi mamá. Nosotros nos vamos a tomar un café y ella se queda preparando la mesa navideña. En un barcito en San Telmo Patricio dijo la idea. Cuando él la propuso, además me encantó la idea, empezamos a laburar. Entonces, tuvimos muchas reuniones así de bar y definiendo lo del contestador automático. Todo el mundo del contestador automático, como empieza, como termina. Del cambio que él hace del contestador, cuando empieza a abandonar la idea de ser Chowman para ser Pascual se hizo a través de la discusión.

¿Ustedes ya habían trabajado juntos?
P- Si yo había hecho una participación en un corto actuando y en otro había colaborado pero más familiarmente.
M- Sí. Mi segundo corto que también tenía una historia medio familiar en el fondo porque fue algo que le paso a nuestro viejo. En esa trabajo en montaje y producción. Después hicimos otro corto donde Patricio fue el protagonista. Eran unos chicos que transportaban una cama de un lado al otro y al caminar con la cama iban atravesando diferentes lugares de la ciudad. En cada lugar se cruzaban con diferentes historias. El llevaba la cama.

Pueden contar más de su hermano y su papá. Familiarmente tienen esa beta artística y se refleja en Chowman. ¿Se consideran una familia de artistas?
M- Nuestro padre es un médico pero a su vez tiene como segunda cosa un interés por la literatura. Él escribe desde siempre y tiene varios libros editados. Creo que la diferencia generacional entre nuestro padre y nosotros es que nosotros pudimos hacer del arte una forma de vida y de sustento. En la generación anterior no.
P- Fuimos criados como hijos de artista más que como hijos de médico.

¿Qué artes los influenciaron en su crianza?
M- Música, escuchar discos, está la música permanentemente. Me acuerdo que yo tenía mucho miedo de quedarme solo cuando ellos salían o con la señora que nos cuidaba entonces para hacer más amena esa situación antes de irse nos ponían una canción que nos gustaba y la bailábamos. Así yo me quedaba más tranquilo.

¿Cuáles son sus directores predilectos y, también, sus películas predilectas?
M- Tengo preferencias por las películas donde está clara la mano del director detrás de cámara. Que propone una orientación al espectador diciéndole: “mirá que está pasando esto ahora. Poniéndolo en ejemplos me gustan mucho directores como Jim Jarmusch, Wong Kar Wai y Stanley Kubrick. De los directores argentinos, me había gustado y me había sorprendido con Alejandro Agresti, Buenos Aires viceversa. También con Historias Extraordinarias de Mariano Llinás.

¿En tu caso tienes más inspiración en la música o también en cine?
P- Con las películas siempre me apasiono más con las actuaciones. Ahora, a través de este trabajo que compartimos, cuando volvía a mi casa a ver una película estaba totalmente condicionado. No podía ver la historia. Estaba apasionado viendo lo que acabábamos de hacer en la filmación.

¿Qué miras en la actuación?
P- Me encantan los actores de comedia, me encanta ver como hacen algo gracioso, técnicamente, sin estar en un teatro, claro, donde tenés la reacción con el público.

¿Cómo trabajaste con la parte gestual para el personaje de Chowman?
P- Trabajamos mucho las escenas por separado con si fueran a hacerse para un teatro. De hecho la filmamos así. La obra de Chowman la preparamos entera y luego puntualizamos momentos concretos en relación con la parte técnica. El día del público lo pasamos casi todo.
M- Tratamos de buscar exponentes de algo que nosotros buscábamos. Uno de ellos fue Jim Carrey, por su cuestión gestual y técnica, que después quedó su poster en la habitación de Chowman. René Lavand tenía muchos elementos para que Chowman los utilice. No queríamos que la gente desde un primer momento piense que él era bueno, aunque si obsesivo. Queríamos estar siempre en la zona gris de que se pudiera pensar si lo que hacía estaba bueno o era una tremenda pelotudez. Con ese suspenso darle la posibilidad de que se desarrolle.

¿Qué le aconsejan a otros realizadores para trabajar de esta forma absolutamente independiente?
M- Nosotros trabajamos así por elección y, también, por imposibilidad. Por la parte de la elección a la hora de tener la película terminada es un doble mérito el hecho de haberla terminado y haberla realizado. Para hacérselo sencillo, con plata es mucho más fácil filmar y lo puede hacer cualquiera pero sin plata, sin apoyo y sin financiación es mucho más difícil. Entonces te limita en un montón de cosas pero te da libertad en un montón de otras y te hace sentir esto del doble mérito sin ir en detrimento de la calidad. Lo que no quita que estaría bueno contar con apoyo y parar las próximas películas en otra estructura. Contamos con una inversión enorme que es el trabajo de toda la gente. Intangible pero que si lo tenés que presupuestar son un montón de números. Todas las personas que actuaron, todas las personas que prestaron lugares. De lo que sería la inversión total una parte tiene que ver con la inversión real y otra con este tipo de aportes. Lo importante es avanzar en bloque existir en los dos lugares. En la industria y acá. Pero la estructura industrial se aplicó en nuestra película, tener el conocimiento nos sirvió.

¿Cuál fue la diferencia de la idea con el resultado?
P- La idea está completamente realizada y muchísimo mejor. Lo que estaba descontrolado era la idea. Y ahí estuvo todo el trabajo del equipo para realizarlo.
M- La idea fue el disparador de todo el proceso de producción que permitió que se encuadrara el trabajo.

¿Qué tanto de autobiográfico tiene Chowman?
M- Claramente no es autobiográfico porque yo no soy el personaje pero si construimos el personaje con muchas cosas que me son propias. Después también en el trabajo necesitas ese grado de obsesión porque es un mundo en el que no podes fallar tiene que estar todo exactamente organizado. Chowman tiene que tener esos rasgos para llegar a buen puerto.