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Un 'final de partida' para Logan y Xavier

por A. Federico Picasso

La saga de X-Men ha sido de mis favoritas en su género, por su capacidad para mantenerse en balance entre cierta regularidad en la calidad sus entregas y su constancia de mantenerse siempre a flote a lo largo de una década y media sin la necesidad de resetear su universo cinematográfico porque algún productor “tomo una mala decisión”. Malestar endémico en algunas otras franquicias -como es el caso de Batman o Spiderman- que han tenido relanzamientos. X-Men ha sabido crear un universo sólido y coherente con películas que cuidan su línea sin perder la oportunidad para reinventarse.




Año 2029: un futuro distópico de decadencia, desigualdad y pobreza donde los mutantes se han extinto. Un estado ausente que no garantiza los derechos civiles y le otorga a corporaciones instrumentalistas e inmorales capacidad de acción sobre una población diezmada. Un mundo mercantil, donde el valor del género humano va en desmedro del valor de la mercancía y donde las personas son una mercancía más. Ya no hay nadie que pueda defender a los desvalidos, los héroes del pasado, de una era homérica y olvidada, fueron exterminados o, en el mejor de los casos, están quebrados en cuerpo y espíritu. La lucha fue en vano y las antiguas proezas apenas alcanzan para llenar las páginas de un cómic. 

Los pocos mutantes que quedan son niños creados en laboratorios que representan a las minorías raciales de EEUU (hispanos, negros y asiáticos) perseguidos en una siniestra campaña de exterminación. La última esperanza no es luchar para vencer, sino escapar a una “nueva tierra prometida”: Canadá, donde no serán perseguidos, donde no serán discriminados, ni ejecutados sistemáticamente por el único crimen de ser lo que son. ¿Dónde escuche esto antes? Este tópico se acerca muy bien a la esencia de los mutantes creados por Stan Lee: seres marginados por su condición de minoría. 

Logan ya no es un héroe o al menos se rehúsa a serlo, evita comprometerse con las causas justas, incluso guarda una bala de adamantio -único metal que podría atravesar su cráneo- porque en su agonía existencial, en su mirada derrotista del mundo solo aspira a una cosa: la muerte. No serán las grandes pasiones las que movilicen a los personajes sino los lazos de afecto más elementales, que serán la única victoria de estos antihéroes en decadencia. Solo el sacrificio, el dolor y la muerte traerán esperanza. Como Moisés, Logan escolta a los últimos mutantes para que puedan llegar a la tierra prometida y, como Moisés, no llega jamás a ver con sus propios ojos la prosperidad de su pueblo.

Una película de pequeños gestos, afectiva, sórdida, cruda, franca y movilizadora. No cuenta con la espectacularidad heroica de la franquicia de los Avengers, ni con el mesianismo de la nueva fundación del Universo DC inaugurada con Batman vs Superman tratando de salvar la tierra de fuerzas extraterrestres. Estos mutantes apenas pueden salvarse a sí mismos y más que cazadores son presas huyendo de un peligro que los sobrepasa. Su victoria es sobre la desesperanza y el sueño de un futuro más justo para las próximas generaciones de mutantes. Para Logan y Xavier, no hay otra cosa que fracaso y sobrevivir a la pérdida de la dignidad es la única batalla a la que pueden enfrentarse. 

Una road movie, un western spaghetti, ciencia ficción distópica, ¿una de súper héroes? Un poco de todo esto más Johnny Cash y algo de Samuel Becket y su Final de partida. La película tiene ese “bonus track” que hace la diferencia entre un film olvidable y otro que podría trascender su género. ¡Ojo! No es una película de autor -no tiene por qué serlo- responde al modelo del mejor cine clásico contemporáneo y renovador. No siempre se necesita de una mirada de autor para conseguir una gran película. Un buen equipo de realizadores y escritores con productores que arriesguen recursos y apueste a la libertad creativa pueden darnos grandes satisfacciones a los espectadores. ¿Es una de esas escasas victorias del arte por sobre la industria dentro del sistema de estudios? Como mínimo es claro que no es una película para vender figuras de acción a los niños. 

En mi lista personal de “películas de superhéroes” contaba las dos de Batman de Tim Burton y la trilogía de Christopher Nolan. Con mucha alegría le hago un merecido lugar a Logan en este pequeño conjunto. Me han acusado de ser un incorregible entusiasta al salir de la sala de cine en varias ocasiones, pero ya pasaron más de tres días y sigo pensando más o menos igual que el día de la proyección. Veremos qué pasa cuando la vea por segunda vez. Introspectiva, de primeros planos, de rostros porosos y curtidos. 



LOGAN, WOLVERINE es interpretada por Hugh Jackman en el papel que le da nombre al título, al lado de Patrick Stewart (X-Men: Days of Future Past), Stephen Merchant, Richard E. Grant y la actriz nueva Dafne Keen. El filme es dirigido por James Mangold (Walk the Line, The Wolverine); producido por Hutch Parker, Simon Kinberg y Lauren Shuler Donner; y distribuido por 20th Century Fox. LOGAN, WOLVERINE se estrena en cines de todo el mundo el 3 de marzo de 2017.