por Leandro González de León, para Güarnin!
Hacia el año 2001, la ensayista Susan
Sontag presagiaba la muerte del cine. La cinefilia como práctica comunitaria
parecía desaparecer. La propia Sontag murió poco después y el negocio de hacer películas aún sigue en pie, pero el fílmico -su soporte material- pierde peso frente al
avance digital; el evento social -sala oscura, cuerpos presentes- se desperdiga
en miles de ofertas personalizadas.
En Kung Fury, del sueco David Sandberg, perviven estas tensiones. El
proyecto fue financiado a través del sitio Kickstarter: los aportes de los usuarios alcanzaron
los 600 mil dólares. El resultado fue un mediometraje, estrenado en YouTube el
pasado 28 de mayo. Casi 20 millones de personas la vieron al cierre de esta
edición. Aunque la producción y distribución se hizo en la web, tuvo su
reconocimiento en el ámbito del cine y compitió en el Festival de Cannes.
Con todos los actores sobre fondo
verde, animado en postproducción, Sandberg recrea un universo saturado de
tópicos de los años ’80: un policía de Miami es alcanzado por un rayo y se
vuelve maestro de artes marciales. Su misión es viajar en el tiempo para
combatir a Adolf Hitler, ayudado por dioses nórdicos y dinosaurios. El gesto
nostálgico incluye la participación de David Hasselhoff, estrella de El auto fantástico y emblema de la
década.
La película se produjo al ritmo
de los cambios de la industria cultural, pero el contenido se ancla en aquello
que no podemos cambiar: el pasado. Kung
Fury, oda vintage, construye con recursos novedosos el mundo de nuestra
infancia, resguardada de las incertidumbres de estos tiempos.
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